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25 January 2015

Especialistas de HM Hospitales explican cómo distinguir entre un niño inquieto y otro con TDAH


“No hay que confundir a un niño inquieto con uno con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, TDAH”; ésta es la primera advertencia que, para explicar la diferencias entre ambos casos, han realizado los doctores Luis Caballero, jefe del Servicio de Psiquiatría, María Valeria Costarelli y Sara Izquierdo, psiquiatra y psicóloga del equipo Infanto-Juvenil, todos ellos especialistas de HM Hospitales y responsables del programa de Trastornos de Conducta Infantil.
image__hm_hospitales_200_44931De acuerdo con estos especialistas, la actual popularización en la sociedad y en los medios de comunicación del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) puede llevar a confusiones de los padres, excesos de diagnóstico y tratamientos innecesarios o inadecuados. Los profesionales atienden en las consultas a niños cuyos padres piensan que son hiperactivos, cuando simplemente son inquietos o nerviosos y sólo necesitan unas pautas de educación.
“El TDAH”, subrayan, “es un síndrome que se caracteriza por síntomas de inatención, hiperactividad motriz, impulsividad y suele empezar en la edad escolar, aunque no hay un patrón homogéneo de los síntomas. Por ejemplo, puede existir una falta de atención pero no una hiperactividad motriz”. Por el contrario, el niño inquieto o nervioso no presenta dificultades en ninguno de estos ámbitos, se relaciona bien con los demás y también en el entorno familiar. Es decir, la diferencia principal es que no presenta un malestar psicológico significativo.
Diagnóstico y tratamiento
Para el diagnóstico de TDAH, los síntomas deben darse en todos los ámbitos del niño, tanto en casa como en el colegio, y provocar un malestar psicológico, dificultades para la adaptación social y afectar al rendimiento académico. Asimismo, el TDAH puede cursar simultáneamente con otros trastornos psiquiátricos propios de la edad infantil, como los trastornos de conducta, emocionales o afectivos y de aprendizaje.
Aunque hay excepciones, el TDAH suele detectarse entre los 7 y 10 años porque es cuando empiezan a apreciarse las dificultades adaptativas y de rendimiento escolar del niño. En la edad preescolar lo más manifiesto del TDAH son los problemas de conducta; en la adolescencia, a la pérdida de estima personal y desajuste social se unen el consumo de drogas, alcohol e incluso problemas legales.
Los especialistas señalan que “una vez realizado el diagnóstico correcto y preciso, se indica un tratamiento personal e individualizado teniendo en cuenta las características del niño, su entorno familiar, social y escolar. Generalmente, los tratamientos combinados (abordaje psicoterapéutico individual y grupal, y terapia farmacológica) son los que tienen mejores resultados”. Asimismo, estos niños necesitan apoyos especiales tanto en el colegio como en casa.
El TDAH en la familia
El contexto familiar es fundamental para cualquier niño y adolescentes, y en pacientes con TDAH, la importancia es todavía mayor. Si las influencias entre los diferentes miembros de la familia son positivas, pueden ayudar a la buena evolución del niño. Desde el Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica de HM Hospitales se indica que el estilo educativo adecuado es aquel que asocia una disciplina clara y consistente con una afectividad positiva.
En muchas ocasiones resulta imprescindible el apoyo y orientación a los padres por parte de un profesional especializado. “Ante la sospecha de que un hijo padezca TDAH, lo recomendable es llevarle al pediatra, que les informará sobre los pasos a seguir y a qué especialista acudir”, concluyen los citados especialistas.

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