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02 December 2014

La falta de motivación, que lleva a la inactividad, es tan negativa para el ser humano como el exceso de actividad

Vivimos esclavizados por el estrés”, asegura el doctor José Antonio López Rodríguez, vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP). Este concepto de ingeniería, que no de la práctica médica, que significa que se está poniendo demasiada presión en un punto, “atenaza a la sociedad actual en sus múltiples vertientes”. 

No obstante, “pensamos que el estrés solo tiene que ver con las prisas, el exceso de trabajo, las cargas familiares, etcétera, pero existen otras causas de estrés, por ejemplo, el que tiene que ver con la falta de motivaciones y que suele llevar a una inactividad  tan nociva para el ser humano como el estrés por exceso de acción”, explica este experto. El estrés produce una serie de síntomas que alteran los circuitos cerebrales y con ello se modifican los sistemas responsables del sueño, la ansiedad, etcétera.  “Pero hay otra cosa que puede modificar estos circuitos cerebrales: la falta de actividad, el no tener ningún estímulo, ninguna motivación y que llamamos comúnmente aburrimiento”, explica el doctor.

Mi vida me aburre”, asegura el doctor que indican muchos pacientes en la consulta, cuando en realidad quieren decir “no tengo ninguna motivación”. Esta falta de motivación desestructura el cerebro igual que el estrés, provocando los mismos síntomas: insomnio, irritabilidad, etcétera. “El día a día marcado por el trabajo, la vuelta a casa o la rutina provoca una falta de motivación en el individuo,- indica López Rodríguez. “Históricamente el trabajo ha sido una fuente de motivación, sin embargo, hoy en día el exceso de horas y tensiones lo está convirtiendo en una situación negativa más que ser el impulso vital que siempre fue”.

La persona que no hace nada, nada en absoluto, se encuentra cansado, tiene alteraciones en el sueño, anhedonia (incapacidad para experimentar placer), los mismos síntomas que el estrés”, asegura el doctor. La manera de prevenirlo, aconseja el vicepresidente de ASEPP, “es levantarse del sofá, aunque sea lo que menos apetezca, recordar qué nos hacía sentir bien, qué actividades nos provocaban placer y llevarlas a cabo, aunque no tengamos ganas”. Así, “la solución no es descansar sino todo lo contrario, tener una actividad motivante que mantenga nuestros circuitos cerebrales en equilibrio”, concluye López Rodríguez.

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