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10 April 2014

Hematólogos de toda Andalucía se reúnen en Sevilla para tratar la mejora de la calidad de vida de los pacientes con trombocitopenia inmune primaria (PTI)

En algunas enfermedades crónicas, los efectos adversos de los tratamientos empleados repercuten en la calidad de vida de los pacientes tanto o más que los síntomas de la propia enfermedad. Este es el caso de los pacientes con trombocitopenia inmune primaria (PTI), una enfermedad autoinmune en la que el organismo destruye sus propias plaquetas. Hematólogos de toda Andalucía se han reunido en Sevilla en el encuentro “¿Estamos mejorando la calidad de vida del paciente con trombocitopenia inmune primaria (PTI)?”, organizado por GSK para valorar los avances que se han producido en esta patología a partir de la llegada de nuevos tratamientos.
En la PTI se produce una destrucción acelerada de las plaquetas y una insuficiencia a la hora de reponerlas. Esta condición puede provocar hemorragias en distintas partes del organismo, lo que afecta a la calidad de vida de aquellos que la padecen.
Pero, además, los efectos secundarios que originan algunos tratamientos que se han utilizado tradicionalmente para evitar la destrucción plaquetaria, “influyen negativamente en las personas que padecen PTI”, ha señalado la doctora Isabel Caparrós, hematóloga del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga que ha participado en la jornada. Entre estos efectos secundarios se incluyen cambios de humor, aumento de peso, infecciones, osteoporosis, insomnio, cambios en la piel, hipertensión o diabetes.
La PTI afecta a entre 2 y 6 personas por cada 100.000 habitantes. Se dan tres casos en mujeres por cada caso en un hombre, aunque a partir de los 60 años la diferencia entre sexos se iguala.
   
Pérdida de calidad de vida
Los estudios han determinado que un paciente con 30 años con PTI severa pierde 20,4 años de esperanza de vida y 14,9 de QALYs (años perdidos con calidad de vida). “Unas cifras similares a las de otras enfermedades autoinmunes u otras .
,La mejora de la calidad de vida de los pacientes con PTI crónica, sobre todo la de aquellos que presentan circunstancias especiales como edad avanzada o comorbilidades, sigue siendo el reto pendiente en el abordaje de la enfermedad”, ha señalado José Antonio Pérez-Simón, jefe de Servicio de Hematología del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla
En este sentido, el doctor Pérez-Simón ha explicado que “el desarrollo de nuevas herramientas objetivas permite a los hematólogos evaluar la calidad de vida relacionada con la salud del paciente que padece PTI y aplicar los resultados obtenidos a la toma de decisiones terapéuticas”.
De esta forma podemos “evitar el sobretratamiento de los pacientes para disminuir los efectos secundarios”, ha indicado la doctora Caparrós.

Nuevos tratamientos
Los fármacos más frecuentes para tratar la PTI son los corticoides e inmunoglobulinas. Dependiendo de la evolución de la enfermedad pueden llegar a utilizarse también fármacos inmunosupresores e incluso realizar la extirpación quirúrgica del bazo (esplenectomía). En los últimos años, el conocimiento de los mecanismos etiopatogénicos de la PTI ha llevado a la aparición de nuevos agentes trombopoyéticos, que han revolucionado el abordaje de la enfermedad. Estos fármacos ejercen una función similar a la de la trombopoyetina que estimula la producción de plaquetas y “presentan eficacia en una amplia proporción de pacientes refractarios a tratamientos convencionales, con un alto perfil de seguridad y reducida toxicidad”, ha indicado la doctora Rosa Campos, hematóloga del Hospital del SAS de Jerez de la Frontera.
Y lo más importante, ha ahondado la doctora Eva Mingot, es que “en este último año hemos visto que su perfil de seguridad se mantiene en el tiempo en sujetos con PTI crónica. Son fármacos seguros y eficaces”.

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